Viajamos y escuchamos que hay que declarar en aduana lo que traemos con nosotros. Pero ¿realmente entiendes qué son las aduanas? En Boxy te contamos.
Habría que empezar diciendo que la palabra aduana causa un cierto escozor en casi todos nosotros, pues la asociamos de manera inmediata al pago de impuestos y al encarecimiento de los bienes de consumo. Pero sin las aduanas nuestro mundo no sería posible: de su buen funcionamiento dependen no sólo las economías de los diferentes países, sino la salud y seguridad públicas, entre otros factores determinantes.
Su origen es remoto. Se sabe que en el antiguo Egipto, durante los siglos XV y XVI antes de Cristo, había oficinas aduaneras en los principales puertos y sitios de ingreso a su territorio. En las ciudades-estado griegas funcionaron con eficacia; en el siglo IV antes de nuestra era, Aristóteles dijo que los tributos aduaneros constituían el principal ingreso del estado ateniense. En Roma, durante el reinado de Anco Marcio (641 a 617 A.C.), se creó una oficina aduanera en el puerto de Ostia, para controlar el ingreso de mercancías de comerciantes de otras naciones.
En el siglo VIII, al invadir España, los árabes la introdujeron con el nombre de pontazgo. En siglos posteriores, con ese mismo nombre se designó el tributo que los mercaderes debían pagar por sus productos al cruzar los puentes de las principales vías. Los señores feudales de toda Europa hicieron de dicho tributo su principal fuente de ingresos.
Con el descubrimiento y la colonización de nuestro continente, los impuestos llegaron a América. España, Portugal, Francia e Inglaterra crearon en todos los nuevos territorios oficinas aduaneras.
En un principio, las aduanas tuvieron solo un propósito fiscal: eran, como dijimos, una fuente sustancial de ingresos para los diferentes imperios y reinos. Pero con los avances de la civilización su funcionamiento evolucionó hasta llegar a ser lo que es hoy.
Es cierto que los tributos aduaneros les generan a los distintos estados una fuente muy importante de ingresos, pero también lo es que las aduanas, cuyas oficinas son visibles en los principales puertos y aeropuertos del mundo, en las estaciones ferroviarias y en los cruces de las fronteras fluviales y terrestres, cumplen otras tareas sustanciales en el desarrollo de la vida social y económica de los países.
Así, controlan el ingreso y salida de armas, lo cual incide en la seguridad y paz mundiales.
También contribuyen de manera notoria en la conservación del medio ambiente, al vigilar el tráfico ilegal de fauna, especies vegetales y sustancias tóxicas, lo que no en pocas ocasiones permite impedir la propagación de plagas y enfermedades.
Tienen además una tarea sustancial en el control del tráfico ilícito de estupefacientes, obras de arte y del patrimonio histórico de las naciones.
Procuran que las mercancías que salen y entran de los distintos países se ajusten a la Ley, que cumplan con unos estándares mínimos de calidad y seguridad, para tranquilidad de los consumidores.
También detectan la adulteración y falsificación de los productos, y evitan así daños a la economía y salud no solo de las naciones sino de sus ciudadanos.
Las aduanas, además, por los minuciosos registros que llevan, tienen una fundamental importancia en el manejo de la estadística y en el control del comercio de productos que pueden afectar las economías de los distintos países, lo que posibilita el cobro de aranceles para proteger las industrias nacionales.
Sin las aduanas, está claro, nuestro mundo y nuestras vidas serían otros, peores.
Recuerda que si tienes dificultades aduaneras, en Boxy estamos para ayudarte y asesorarte.
